Día sesenta y cinco.

(Yo quiero mi plantilla de antes, tan normaliiita. Si es lo que pasa por andar toqueteando y no tener ni idea de HTML ni la madre que lo parió. Bueno, ya la recuperaré. Es lo que hace el no salir. A parte, me he comprado dos libros, uno de los cuales llevaba buscando cinco añazos, día arriba día abajo. "Historia de cronopios y de famas", de Cortázar y "Romancero gitano - Poemas del cante jondo", Lorca. Y, ¡que viva la feria del libro! Ahí va mi locura de hoy. Tengo que confesarlo porque la locura es como las ramas de un árbol que van creciendo poco a poco y levantando hasta el pavimento que hay a su alrededor, hasta que lo reconocemos. He perdido la cabeza casi completamente. Y después de esto... ¡Vivan los Baobabs!)

Barbie estaba llorando en casa, estaba teniendo una dura conversación con Ken. Éste había decidido dejarla. Se acercaba a los setenta y quería disfrutar un poco más de su vida antes de volver para siempre a la caja de la que lo habían sacado. Decía Ken que quería cambiar de aires, conocer a alguna morena hispana. Que quería vivir la vida loca. Ella no lo entendía ni quería hacerlo. ¡Habían vivido tanto juntos! Habían desfilado en Milán, esquiado en Aspen, grabado películas en Hollywood, cenado en los mejores restaurantes del mundo, adoptado a niños de todas las nacionalidades posibles (que ahora los habían abandonado para dedicarse al Rock and Roll unos, al narcotráfico y al trato de blancas otros)... Nuestra querida amiga rubia se preguntaba qué era lo que había fallado después de tantos años de relación. Tras una larga conversación, Barbie consiguió convencer a Ken para que fuese a casa y poder hablarlo en persona. Esa tarde fue la última noche que estuvieron juntos. Tomaron una copa de vino y hablaron sobre su amor. Sobre su triste historia de amor acabada ya. Sobre las ocho de la tarde Ken recogió todas sus cosas y se fue para siempre. Barbie se sentó frente a su tocador, escribió una carta, se maquilló. Se dirigió al armario, su gran armario lleno de ropa y complementos. Eligió un precioso vestido de gala rojo con un gran escote que no dejaba nada a la imaginación y cola y se dirigió a la sala de estar. Antes de llegar se miró en el gran espejo del pasillo. No estaba nada mal para su edad. Todos los millones que había invertido en cirugía plástica no habían sido malgastados. Tenía un pecho perfecto, cintura de avispa, caderas de lujuría y ni una sola arruga en la cara, tersa como siempre. Como cuando salió de la caja por primera vez. Y ahora estaba sóla. Barbie volvió a llorar. Se giró sobre sí misma. Volvió a la habitación, se limpió el maquillaje que se había corrido con las lágrimas y lo repasó. Estaba perfecta. Fue a la sala de estar. Cogió la guía de teléfonos y llamó al primer servicio de comida a domicilio que encontró (había pensado en llamar a algun fontanero [hombres fornidos] pero era sábado por la noche y dudaba que alguien estuviese desatascando tuberías a esas horas). Pidió lo que le quiso vender la chica que la atendió. Tras esto. Barbie esperó. Pasaron treinta minutos escasos y ya estaban llamando a la puerta. Barbie abrió (el servicio descansaba aquella noche) y ante ella apareción un muchacho joven con aire despreocupado. Ella lo invitó a pasar y el joven, que sabía quién era ella, entró. Bebieron vino, mucho vino. Y el vino dejo paso a la pasión. Aquella fue la última noche loca de Barbie. A las dos horas, cuando se estaban despidiendo ella fue a la habitación, cogió de su bolso unas llaves y se las entregó al chico '¿El z4 de la puerta? Es tuyo, yo ya no lo necesito y nadie que conozca lo merece más que tú que me has regalado mi mejor última noche." El chico se fue feliz, sin importarle el mensaje oculto de aquella despedida, acababa de prostituirse por primera vez, pero no tardaría en repetir. Barbie volvió a su cuarto, se quitó el vestido rojo de gala y escogió uno más glamouroso todavía, un precioso vestido rojo también bordado de flores negras de Yves Saint Laurent. Lo conjuntó con unos Manolos negros. Se volvió a maquillar y se fue directa al baño. Allí buscó en todos los cajones hasta encontrar lo que necesitaba...

El día siguiente el mundo despertó conmocionado. Barbie había muerto de sobredosis. Barbitúricos. Curioso nombre. Curiosa ¿coincidencia? No tardaron en hablar sus hijos (previo pago de su importe), su último amante (el cual se volvía a prostituir, previo pago de su importe) y Ken (previo pago de su importe). Pero esa noche, la noche siguiente a la tragedía, Ken no supo que iba a vender algo más que la exclusiva de su separación y la muerte de su "ex". Siguiendo con las faltas de respeto a la reciente difunta, el viudo aprovechó el velatorio como rueda de prensa improvisada. Sólo habían pasado 23 horas (casi 24) y él ya le estaba sacando provecho. Mientras alguien le preguntaba entre sonrisas si iba a terminar de firmar los papeles del divorcio para quedarse con la mitad de la mansión, él sufrió un ataque al corazón que lo fulminó allí mismo. Moría en directo por efecto de las drogas que había echado Barbie en su copa de vino la noche anterior. Ken había vendido la exclusiva de su muerte. Tras una larga investigación, alguien decidió abrir la carta que había esperado callada sobre el tocador de Barbie durante meses. Allí confesaba su crimen, el asesinato de Ken (antes de saber si funcionaría). Se disculpaba por lo que había hecho (antes de hacerlo), regalárle un z4 a alguien que no sabía conducir bien una motocicleta. Persona que días más tarde de recibir el regalo y los millones por la exclusiva de haber sido el último amante, moriría en una carrera clandestina. Creo que no hay mejor manera de cerrar este relato que poner la carta, directamente.

"Queridos amigos,
Hoy he envenenado al amor de mi vida. Justo dentro de 24 horas sufrirá un ataque al corazón. Siento mucho, muchísimo lo que voy a hacer. Regalar mi coche a un desconocido que lo único que habrá llevado en su vida con ruedas habrá sido una moto. Pero era el único recurso que me quedaba para deshacerme de las pruebas. De haber sido concebida para estar con un sólo hombre. Ése hombre fue Ken. Mi gran amor. El que jamás estará con una mujer que no sea yo. Quiero que todo mi dinero sea repartido entre todas las mujeres como yo del mundo. En especial quiero dar el 25% a Manolo Blahnik. Para que siga haciendo sufrir a las mujeres con tanto estilo por muchos años más. Que mis falsos hijos no vean una perra.

Hoy me despido, pero volveré en un futuro, más y mejor, con voz y movimiento incorporados.

Barbie™"




Muy buenas noches.







Miss MoiLoLiTa.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
Omg...

La imagen de Barbie como asesina... es simplemente incomparable... priceless..
Mujer Miniatura ha dicho que…
:O
que bueno q nunca me gustaron las Barbies!
jaja

muy buen relato...

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