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Mostrando entradas de febrero, 2011

Día ciento cincuenta y dos.

Anoche tuve un sueño. Soñé que había un programa de televisión en el que las protagonistas eran unas mujeres ricas que se dedicaban a gastarse el dinero en “mirós” y vestidos caros sin importar que sus maridos tuviesen que despedir a gente de la empresa familiar para poder seguir teniendo esos caprichitos… A ese programa lo seguía otro en el que unas “chonis” enseñaban al mundo su forma de ser y presumían de no haberse leído un libro en su vida. Atormentada cambiaba de canal y encontraba un concurso en el que todos los participantes se insultaban los unos a los otros, demostrando una vez más que “Homo homini lupus [est]”. Descubría en mi sueño que el mundo estaba repleto de cámaras de televisión por todas partes: en mercadillos, burdeles, comisarías y academias de baile, ¡Dios mío! ¿A eso lo llamaban baile? Sí, una escuela de baile donde los profesores obligaban a sus alumnos a bailar lo más ligeros de ropa que el horario de emisión permitía, creando coreografías explícitas y todo

Día ciento cincuenta y uno.

Me hago mayor y me quejo más -si cabe.[¡Cómo me gusta hacer ventanitas+r+winword!] Hoy he tenido que ir al SEPECAM- al INEM de toda la vida. Tenía que llevar un certificado de estudios para demostrar haber acabado segundo de Bachiller. El caso es que la chica que me ha atendido ha sido súper amable borde. Cuando fui a apuntarme me atendió un señor en el “dpto.” de Orientación y me dijo que la próxima vez que fuese no hacía falta que hiciese cola ni nada, sólo que le diese el certificado. Bueno, pues hoy no estaba el señor que digo. Y sólo había dos señoras en sendos cubículos. No había nadie esperando y sólo una de ellas estaba atendiendo a un chico –la otra estaba pensando en que era invisible para ver si su sueño se hacía realidad así-. Cuando he visto cómo estaba la cosa me he decidido a ir al mostrador de Información, sí, yo soy así de valiente en las instituciones públicas. Pues justo cuando llegaba a la mesa, la señora que estaba allí, la Informadora, ha descolgado el telé

Día ciento cincuenta.

Y me tengo que cambiar de compañía telefónica, menuda odisea. Tengo Orange, dos líneas bajo el mismo DNI, una de teléfono fijo y otra de móvil. Al entrar en la web, en el resumen de puntos me dice que tengo 300 por el móvil y por el fijo 800 (y pico en ambos casos) pero cuando he intentado cambiar esos puntos por un móvil, me dice que el saldo del que dispongo para cambiar los puntos es de 1100 (y algo), vamos, el total de las dos líneas. Bien, teniendo esto presente y ya que quiero hacer una portabilidad con Vodafone, me dispongo a llamar a Orange para preguntar si cuando lo haga perderé todos los puntos o si están guardados a nivel de DNI y los seguiré conservando en el teléfono fijo y de ser así, ¿por qué productos puedo cambiar esos puntos? ¿Para qué valen? Tras ocho minutos marcando números y hablando con maquinitas consigo hablar con un operador que piensa que soy imbécil (yo también lo hacía, por lo tanto, estoy acostumbrada) pero no pasa nada porque yo también lo pienso de él