Entradas

Mostrando entradas de septiembre, 2017

Día ciento ochenta y uno.

Me escapo al polígono y leo y los coches pasan y me miran y yo puedo leer dónde van esas matrículas. Unos pasan despacio con su padre al lado guiándolos en este revoltijo de naves preparándolos para ese próximo examen, enseñándoles a usar un intermitente. Los otros pasan fugaces hundiendo el acelerador con la prisa que sólo puede conceder el deseo de amarse. A mi derecha veo pasar un tren y en 10 minutos veré pasar otro tren y cada vez vienen o van en una dirección o en otra y yo sigo aquí parada leyendo con las ventanillas a medio bajar y viendo pasar los coches. Van todos llenos de amor. Me vengo al polígono y leo pero tampoco puedo leer. Me vengo al polígono y de camino recuerdo que no debo rendirme porque suena esa canción y me acuerdo de cuando no había na' de na'. Y pasa otro tren infinito y el viento no mueve mi coche porque nada lo mueve ya. Y rendirse no es una opción porque las personas heridas somos peligrosas porque sabemos que podemos sobrevivir.  Pero, ay, q

Día ciento ochenta.

Don't you wanna fall in love tonight? Nada M, que no llego, que tengo 28 años y aún no he escrito nada ni creo que lo llegue a hacer. Lo siento. Bueno, escribir sí que he escrito pero para mí más que nada. Dejemos esta mierda.  Os hablaba hace un par de años de un sueño recurrente que tenía de pequeña, os lo metí en la entrada del día ciento sesenta y cinco  mezclado con un precioso texto que había olvidado por completo, la verdad. En mi sueño, que recuerdo haber tenido por primera vez con unos cuatro años, me encuentro atrapada en una jaula de bambú. Al principio estoy rodeada de oscuridad pero de pronto una cara de hombre blanca y enorme se acerca mientras ríe. Y de pronto desaparece y yo me despierto. Recuerdo haber tenido este sueño en varias ocasiones. Nunca he buscado lo que significa ni he preguntado a ningún experto en estos temas. Pero me siento así desde hace años, encarcelada y observada.  Y miro por la ventana y ahí está de nuevo mi amiga Luna, la selenita